En estos instrumentos a cada una de las cuerdas se la asigna una altura y
solamente puede emitir ese tono. Para entendernos, un cordófono que
tenga ocho cuerdas, solamente dispondrá de ocho notas. Tanto cordófonos
simples como compuestos, requieren por lo general de un sistema que
permita amplificar el sonido producido por la vibración de la cuerda. El
sistema más utilizado es la caja de resonancia; consistente,
precisamente, en una caja a la que se transmite la vibración para que
multiplique su sonido. Podemos utilizar como caja de resonancia
cualquier envase o recipiente cerrado capaz de soportar la presión
ejercida por las cuerdas tensas (cajas de diferentes materiales, latas,
botellas de plástico, etc.). Los llamados puentes son los elementos que
ponen en contacto la cuerda con la caja de resonancia (nos servirán
lapiceros y bolígrafos, recortes de madera, etc.). También son
prácticamente imprescindibles mecanismos que permitan afinar cada una de
las cuerdas. Afinar no es más que variar la tensión de la cuerda para
conseguir de ella el tono deseado. La tecnología más utilizada para esta
labor es la basada en clavijas. Podemos construir nuestras clavijas a
partir de bolillos, hembrillas roscadas, redondillos de madera,
tornillos, etc.
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